Es de conocimiento general que el término tragedia, por definición, alude a un evento o suceso que, por el azar o la “fatalidad del destino”, concluye de forma funesta. Sin embargo, creo que es necesario reflexionar hasta qué punto se puede considerar casos como la denominada “tragedia de la discoteca Thomas Restobar” como tal.
El
incidente ocurrido hace dos semanas en la discoteca Thomas Restobar ubicada en Los Olivos fue, sin duda alguna, lamentable especialmente porque durante este
acontecimiento llegaron a su fin las vidas de 13 personas mientras que otras 6
resultaron heridas. Este hecho reavivó en la mente de muchos peruanos el
recuerdo de un evento similar sucedido el 20 de Julio de 2002, donde 29 jóvenes
murieron por un incendio que se originó en las instalaciones de la discoteca Utopía ubicada en el centro comercial Jockey Plaza.
Por
supuesto, la gran diferencia entre uno y otro es el contexto. No es novedad que
debido a la emergencia sanitaria en el país, se estableció la inmovilidad
social obligatoria (la cual rige actualmente desde las 22:00 hasta las 04:00 h)
además de la prohibición de eventos que impliquen la aglomeración de personas
con la finalidad de reducir drásticamente la cantidad de contagios producto del
SARS-COV-2. A pesar de estas medidas, los “responsables” de la discoteca Thomas Restobar organizaron un evento
clandestino al cual asistieron aproximadamente 120 personas, desafiando las
disposiciones anteriormente mencionadas.
Desde
luego, las reacciones tanto por parte de autoridades así como ciudadanos no se
hicieron esperar, señalando en primera instancia a los dueños del local como
máximos responsables y solicitando, así mismo, la máxima sanción penal para
estos. Así fue como este acontecimiento suscitó un intenso debate sobre las
sanciones correspondientes desde la perspectiva jurídica. Sin embargo, un tema
de debate importante que se ha tocado ampliamente (especialmente en redes
sociales) es el referente al in cumplimiento de las leyes atribuido a la
responsabilidad de aquellos que acudieron a aquel evento de fatal desenlace.
Vizcarra ante la tragedia de Thomas Restobar |
En este sentido, es importante saber que este fenómeno social no es en lo absoluto reciente pues “La cultura del incumplimiento de reglas”, como la denomina Mauricio García Villegas, se remonta a los tiempos de las colonias españolas y portuguesas. Al respecto, Ignacio de Herrera, político y escritor del siglo XIX, afirmaba que la desobediencia al derecho era una costumbre general en Nueva Granada. Por otro lado, podemos encontrar referencias literarias a la cultura del incumplimiento, conocida como “cultura combi” en el Perú, en obras como La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa o El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría. Otro característico ejemplo de este fenómeno podemos encontrarlo en expresiones del lenguaje popular tales como: “la ley es para sanos” o “hay que ser vivo para burlar ley”.
No
profundizaré más en la esencia del fenómeno puesto que abarca una cantidad
considerable de aspectos entre los cuáles se encuentra el social, el moral, el
político, el económico, el jurídico entre otros. En cambio, simplemente
pretendo relacionarlo con otra problemática vigente y preocupante en la
actualidad de la sociedad peruana: la impunidad. Al respecto García Villegas
(2009) explica brillantemente:
“Aquí no solo tenemos un problema de impunidad penal
sino también de impunidad social. En primer lugar, porque la impunidad no solo
es producto de tanto delito, sino que tanto delito es producto de la impunidad.
Por lo mismo, tanto sinvergüenza en la calle es producto es producto de tan
poca crítica ciudadana. En segundo lugar, porque no parece una casualidad que
las sociedades donde abundan los incumplidores sociales sean también aquellas
donde abundan los incumplidores de la ley penal”.
Esta
premisa nos hace reflexionar sobre el valor de las normas sociales en las
sociedades contemporáneas y en el carácter regulativo que podrían tomar con la
finalidad de controlar o limitar aquellas conductas socialmente no aceptadas.
Es decir, preguntarnos: ¿Qué es lo que hacemos cuando vemos a alguna persona
infringir las normas o las leyes? En general, las personas suelen indignarse
cuando son expuestos en los medios de comunicación o en las redes sociales este
tipo de hechos pero ¿qué es lo que hacen como ciudadanos al respecto cuando los
presencian?
En
definitiva, para este caso particular, es muy complicado debatir acerca de la
responsabilidad social por el desacato de normas por parte de aquellos que
asistieron a la discoteca Thomas Restobar,
especialmente cuando el resultado de estas acciones conllevan a la pérdida
de vidas. Sin embargo, en mi opinión, pocos o ningún cambio podremos observar
mientras el observar, callar y criticar
desde lejos sea la constante de nuestra sociedad.
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