Referirnos a la masculinidad es quizá para
muchos un término que se asocia como sinónimo de hombría, de liderazgo, de
poder, de virilidad, estableciendo con estas características una sociedad de
patriarcado, donde se resaltan las acciones del género masculino, pero ¿Sabemos
realmente qué significa la masculinidad dentro de nuestra sociedad? ¿Acaso es
algo que corresponda únicamente a los varones, excluyendo una vez más a las
mujeres?
El concepto ha ido contextualizándose en los últimos años, en parte debido al discurso de agrupaciones políticas como el movimiento feminista.
A lo largo de la historia hemos visto cómo
en los distintos procesos y acontecimientos siempre se ha resaltado la figura del hombre, dando como resultado una cultura patriarcal donde la figura del
“macho” predomina. Sin embargo, actualmente como sucedió hace más de cincuenta años en Europa, cuando esta se
hallaba inmersa en un contexto sombrío, causando que un grupo de filósofos se
comenzaran a preocupar por el ser. Hoy, hay una nueva preocupación, esta vez ya no se trata del ser o del problema
sobre su existencia, sino del hombre, el varón, por quien un grupo de
intelectuales se ha preguntado sobre el papel que este desempeñaba en la
sociedad, ya sea en los ambientes públicos o privados. Tal vez este cambio de
posiciones, de funciones, de roles, se deba a la modernidad y a los grandes
cambios que ha ocasionado; ya que como habremos visto u oído al menos de
casualidad a través de los distintos medios masivos de información, son muchas
las organizaciones de grupos que antes se sentían excluidos de la sociedad, un
grupo de marginados sociales, como los homosexuales por ejemplo, o tal vez como
la figura de la mujer y su función en la sociedad que por años fue vista
solamente el en ámbito privado, es decir que estaba destinada únicamente a
desempeñar tareas en su hogar pero sin ningún reconocimiento y hoy podemos ver cómo gracias a los gremios
feministas, ellas han logrado posicionarse en la sociedad llegándola a
jerarquizar, asignando a los varones funciones que antes eran para ellas.
Si bien es cierto, la
idea de igualdad de género que propone el feminismo como postulado de su
filosofía es algo que aplaudo, critico el hecho de un discurso repetitivo, el cual se convierte en una propaganda; convirtiendo gestos de amabilidad en actos machistas, opresores de la libertad de los demás. Aunque probablemente poner ejemplos sean innecesario y más bien justificados por el
tradicionalismo que impera en nuestra sociedad, tradicionalismo que dicho sea
se niega a aceptar los cambios sociales que poco a poco están modificando las
estructuras institucionales de la sociedad.
Con relación a la masculinidad, como lo
mencioné en líneas anteriores, han surgido teorías conservacionistas que desean
la recuperación de la masculinidad del hombre, volviendo así a los años donde
el varón era el único con facultades para ejercer labores y emitir opiniones,
teorías en las que por supuesto no estoy de acuerdo, ya que como lo acabo de
explicar, apoyo la idea de la igualdad de género.
Desde las teorías sobre el rol, que forman parte de teorías sociales positivistas; para la perspectiva parsoniana, la masculinidad es definida como un atributo individual
que diferencia los roles de sociabilización de hombres y mujeres. Partiendo de
esto entonces podemos analizar que la masculinidad es una cualidad que permite
diferencias las maneras de socializar de ambos géneros, tomando en cuenta
también aspectos biológicos, he ahí la razón por la que
socialmente la masculinidad es asociada a rudeza.
Al inicio mencioné que a la masculinidad se
le asocia o se le atribuyen analogías y sinónimos como la virilidad, de la
misma manera también mencioné que era algo que posiblemente no correspondía al
varón, esta premisa fue hecha en vista de cómo las mujeres han ido escalando en
los aspectos funcionales e institucionales de la sociedad, hasta llegar a los
puntos más altos de las ocupaciones sociales, como ser presidentes de un país,
o manejar la gerencia de una prestigiosa empresa, pero no solo están desempeñando
estas funciones, sino que también están imitando las acciones del varón, pues
no es un hecho gracioso escuchar en las noticias que la violencia de género
está en aumento, pero si causa gracia a muchos saber que dentro de esto hay
índices de agresión a hombres, pero que significa un hecho irrelevante debido a
que se sigue viendo a las mujeres, incluso por las asociaciones feministas como
un sexo débil. También en las relaciones homosexuales lésbicas podemos notar
esa apropiación de la masculinidad cuando una de ellas adopta el rol "dominante",
definiendo los roles de pareja.
“Las sociedades se constituyen en virtud de
un conjunto de lazos de interdependencia que define configuraciones sociales
específicas para cada momento y contexto histórico.”
En base a esto notamos como los grupos
feministas han logrado cambiar las formas de ver la sociedad, la cual está
atravesando por un proceso de masculinización de las mujeres y feminización de
los hombres, pero este proceso no es malo, porque en cierto modo, una
feminización masculina, sería buena y satisfactoria teniendo en cuenta lo
misógina que es la sociedad peruana, dado que sí la población masculina fuese
más “femenina”, los delitos actuales como
el feminicidio dejarían de cometerse, pues los hombres tendrían más sensibilidad
sobre la violencia, y aunque esta afirmación sea un sexismo por insinuar que un
hombre no es sentimental y que solo corresponde a las mujeres, la verdad es que
para lograr esto, deberíamos evaluar también la cultura que cada individuo
posea, y esto en un aspecto global se debe al masivo consumo de propaganda,
ofrecida por la globalización y como lo decía Hobsbawn en la sección sobre la muerte de las artes, donde se
argumenta que debido al crecimiento del arte popular, las personas dejaron de
consumir cultura, generándose de esta manera un desinterés por la misma.
Sin embargo, la masculinidad en estos
tiempos ha tomado un nuevo sentido, hoy los hombres no solamente se encargan de
trabajar, sino también de los quehaceres del hogar, y esto puede que se deba o
no a los discursos feministas, o es que quizás los nuevos tiempos ya no son
como en el siglo XIX o inicios del siglo pasado, hoy la sociedad está
estableciendo nuevos patrones de conducta que van ayudando poco a poco que la
cultura de género no sea tan sesgada, pues de ser así las oportunidades para
varones y mujeres serían nuevamente motivos para disputas políticas.
Por tal razón es necesario aplicar una
verdadera filosofía igualitaria, dejando a un lado de usar términos que asignan
roles a algunos y marginan a otros, por qué no un movimiento igualitarista, que
vele por los intereses de todos los seres humanos, pues no solo se trata de ver
qué género lidera la sociedad, no es una guerra de sexos, dejémonos de crear
conflictos, y preocupémonos por mejorar aspectos más relevantes de la sociedad,
como la educación, o tratar de evitar seguir eliminando más especies, tanto de
la flora como de la fauna mundial.
Al fin y al cabo somos una misma especie, y
si seguimos por el mismo camino de conflictos donde solo priman los intereses
políticos estrictamente ligados al poder, terminaremos extinguiéndonos más
pronto de lo previsto, y no será por causa de una guerra mundial como las del
siglo pasado, sino por culpa de nuestro egoísmo y desinterés por el prójimo, es
gracioso esto, pues la mayoría de la población en este planeta, profesa una fe
que justamente pide que amemos al semejante, pero en lugar de eso que hacemos,
acaso el racismo a desaparecido, acaso la misoginia se a exterminado.
Mientras no hagamos nada por cambiar las estructuras de nuestra sociedad, seguiremos habitando en un mundo de guerras, de desigualdades, de términos. Ya se están empezando a realizar cambios en algunas partes del mundo, como en Europa, y desde hace casi más de 20 años la lucha por una sociedad mejor, sigamos en ese camino, continuemos construyendo una sociedad, que aunque parezca muy idealista y utópica, sea un lugar donde no hayan diferencias más que biológicas y que estas no sean problema para la sociabilización global de las personas.
Foto de Marshall Jones en Pexels
Referencias
Elìas, N. (1996). La sociedad cortesana.
México: FCE.
Congreso internacional SARE (2008) Masculinidad
y vida cotidiana. España: EMAKUNDE.
Hobsbawm, E. (2000). Historia del siglo XX. Barcelona: Editorial Crítica S. L.
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