El periodismo fotográfico, también conocido como fotoperiodismo, es un género del periodismo que a lo largo de la historia ha desencadenado enormes controversias y cuestionamientos debido al carácter polisémico que a la fotografía le es inherente. En este sentido, existe (o al menos debería existir) una responsabilidad ética, la cual se encuentra estrechamente ligada a la conceptualización de la fotografía. En otras palabras, la ambigüedad contextual de este fenómeno y sus diversas connotaciones culminan con una interpretación errónea o parcial de la realidad al no contemplar el panorama del hecho sobre el cual se pretende informar.
El fotoperiodismo es casi tan antiguo como la creación de la fotografía misma y naturalmente se encuentra íntimamente relacionado con la fotografía artística. Sin embargo, su desarrollo y edad dorada tuvo lugar principalmente durante los conflictos políticos y confrontaciones bélicas en diferentes países a través de la historia registrando importantes y estremecedores acontecimientos.
Ahora, en el ámbito de la ética profesional del fotoperiodismo: Alfonso Domínguez, reconocido fotógrafo y periodista español, comenta que no se debe pisar la dignidad de aquellas personas que aparezcan en las fotografías que son tomadas y mucho menos la intimidad si no es con consentimiento y con una finalidad justa y común. Empero, a pesar de esta directiva ética y moral, resulta no ser tan sencillo de lograr en la práctica y esto se debe a que la fotografía corresponde a la captura específica de un momento dado en el tiempo. Por lo tanto, sin importar la composición y el contenido de la fotografía (en el sentido estrictamente comunicativo), esta carece de un antecedente, una causa/consecuencia y, en general, de un contexto.
Es por estas razones que abordaré este fenómeno de forma bilateral. Por un lado, tenemos la perspectiva del periodista quien, como todo ser humano, parte de prejuicios e ideas preconcebidas para darle forma al tipo de imagen que desea captar para narrar un hecho. Es decir, partimos de la premisa que todos hemos sido influenciados y moldeados en mayor o menor grado por factores externos (e internos) como nuestra crianza, formación académica, cultura, ideología, etc. E incluso es más controversial el hecho de que en muchos casos el periodista se encuentre condicionado por las condiciones y orientaciones ideológicas de la entidad para que la trabaja. Por otro lado, tenemos la perspectiva del público consumidor (visual), siendo en este punto donde convergen los conceptos de ideas preconcebidas y la conceptualización de la fotografía. Al tener las personas diferentes formas de concebir un mismo hecho (desde las más diversas aristas) el fotoperiodismo puede terminar atentando (en cierto sentido) contra la moralidad e incluso contra la tolerancia misma.
No solamente hablamos de imágenes sacadas fuera de contexto como en el caso de Perú (por nombrar uno de los más recientes), en donde no solo algunos medios masivos de comunicación ofrecen imágenes o videos incompletos sino también de los casos de "fake news" masificados en las redes sociales. La facilidad con la que una persona puede tomar, editar y publicar fotografías producto de los avances tecnológicos ha sido concebida como "la crisis del fotoperiodismo" según algunos expertos y analistas en el extranjero.
Estos casos son algunos de los mejores ejemplos para ilustrar el tema sin mencionar el caso de fotos de carácter más crudo y explícito que abarcan conflictos y problemáticas de envergadura internacional. Sin embargo, la finalidad de este artículo es informar y reflexionar sobre las peligrosas consecuencias que puede tener no solamente el fotoperiodismo sino la manipulación consiente e inconsciente de la información en esta cada vez más incierta era digital.
Créditos a Yuri Stéfani Rodríguez Castro por su activa participación en la elaboración de este ameno artículo.
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