Quizás la mayor virtud que ha tenido
esta crisis sanitaria en materia estructural y de políticas públicas, es
haber sacado a flote lo que funciona mal. Por ende, reflexionar sobre una
institución, como es el sistema penitenciario en el Perú, debería dejar de ser
una tarea pendiente y pasar de ser el último eslabón de una gran cadena de
fracasos sociales y políticas, a una prioridad, tanto para el poder legislativo
como para el ejecutivo. Puesto que dicho desinterés tiene una repercusión
directa en la ciudadanía, en ámbitos como la seguridad, el crimen organizado y
hoy en día, en el aspecto sanitario, producto de la proliferación del covid-19
en la región. Esto debido a muchos factores que involucran desde luego a grupos
de actores, como son los trabajadores penitenciarios (médicos, trabajadores
sociales y administrativos) y la población de internos de los 68 penales del
país, los mismos que han sobrepoblado sus estructuras a causa del
hacinamiento, saboteando una de las principales medidas de bioseguridad, que
es el distanciamiento social. Otro de los factores que evidencian un riesgo
latente dentro de esta población, es contar con una precaria asistencia médica
(65 para la población carcelaria del país) y de salubridad tomando en cuenta
que un 20% de los internos tienen algún tipo de vulnerabilidad frente al covid
19: 2980 padecen de tuberculosis, 828 son portadores VIH/SIDA, y sobre ello
existen 4824 que son adultos mayores (con más de 60 años), todo esto según
datos recientes que maneja el instituto nacional penitenciario.
Esta ausencia de
medidas trajo pronto una serie de consecuencias que agudizaron la crisis por la
que aun atraviesa el país, provocando desde luego una serie de hechos y
movilizaciones desde el interior de las prisiones (motines y revueltas).
En medio de la
tormenta e incertidumbre, se encendió el debate, sobre las medidas que debería
de adoptar el gobierno, sumado a ello las especulaciones mediáticas en base a
estrategias adoptadas por países vecinos, en materia penal y con una población
poco informada, recriminando a diestra y siniestra, lo que se merece la
población carcelaria.
A raíz de ello sería
importante precisar que este eslabón del sistema de justicia, no solo está
conformado por personas que purgan condena o esperan sus sentencias en un
recinto penitenciario, o que dentro de ellos, incluso encontraremos categorías
de reclusos; si no, que hay toda una red de personas que hacen posible el
funcionamiento de las cárceles y su administración; en este caso una red que se
diversifica y acrecienta aún más si pensamos en las familias que estas lo
conforman, las que hoy en día se ven vulnerables y expuestas por falta de
medidas sanitarias.
Es por ello, que
debemos enfocarnos en esta población y en su conjunto, puesto que "La
pandemia del COVID-19 puede afectar gravemente la plena vigencia de los
derechos humanos de la población en virtud de los serios riesgos para la vida,
salud e integridad personal que supone el COVID-19; así como sus impactos de inmediato,
mediano y largo plazo sobre las sociedades en general, y sobre las personas y
grupos en situación de especial vulnerabilidad".
En conclusión, estamos frente a una
brecha que tiene muchas aristas sobre las que se deben trabajar,
institucionalmente y también con la sociedad civil. Para poder lograr que
a mediano y largo plazo se consigan buenos resultados y las cárceles cumplan su
función; no de suplicio o de una escuela en la que se forman delincuentes, si
no, la de una pronta reinserción social, con personas que respeten las normas
sociales, para lograr el bien común.
Bibliografía
- Declaración de la Corte Interamericana de Derechos Humanos 1/20, de 9 de abril de 2020, p. 2.
- Grupo Temático de Ciencias
Sociales-MINSA, de mayo de 2020, P. 109.
- Disturbio en las prisiones
de Lima, 20 de abril de 2020, Fotografías, Diario el País.
Muy buena reseña , felicitaciones .
ResponderEliminarGracias, no dejes de darte una vuelta por esta ventana en la que tratamos de proponer temas de analisis y debate.
EliminarEs un tema amplio y lo has sintetizado bien.
ResponderEliminarLa consigna siempre deberá ser que haya un acompañamiento al ex carcelario; actividades comunitarias que los haga ser cocientes de lo que sucede a su alrededor, para luego atender sus proyectos personales. Antes entendiendo que hay niveles puesto que todos no avanzan de igual manera. Lo importante es que haya discusión e interés en no excluirlos.
Lo estas haciendo bien Ivan, felicidades.
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