Habiéndose caído los velos de la
gloria quedo en
tiempos de crueldad la ternura que
florece, como algo
bello y de fragilidad delicada crece
en caos de la
muerte y el orden que santificado en
los ojos de
pétreos dioses, caen el mar de del
indeterminado
desorden, tan primigenio, tan cálido y
tan frio, tan
solitario y tan colmado de presencias,
venerado caos
de los ancestros celestiales en lo que
nada es y todo
existe a la vez
Pálidas luces de cielos quemados,
llorosos ojos de
sueños condenados, que al olvido han
de caer así
como caen los blancos cráneos de los
reyes
prometidos y los mesías olvidados, ¿a qué
mares han
de ser echados los vientos del cambio
augurado?
Si falso fue su designo y falso fue su
destino
Errantes entre olas de sangre que en
la mañana
llueven sobre el pecho
Y hasta respirar se lleva el aliento
En este desorden sin tiempo
En esta danza perpetua que suena a
perfección y se
baila en los defectos
En esta caminante figura etérea en
carne atrapada
En esta canción hueca al olvido
condenada
En esta belleza buscada en lo efímero
de la vida de
los huesos y la sangre y aun en la
piel que recubre
los cuerpos.
Me levanto en la mañana eterna y me elevo sobre los
inexistentes vientos para ver la
maraña de cuerpos
que se arrastran caóticos en la
perfecta armonía de
una divina melodía de quien con ellos
juega y aun
los rojos hilos del destino no llegan
a los cielos
prometidos, a dorados salones de perpetuas
deidades, así es la vida la más grande
realidad y la
más gigante ilusión y así ha de ser el
hombre el más
grande Dios y la más imperfecta
creación
DIBUJO REALIZADO POR: Darío Leguía |
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