Por estos días, donde poco o nada se puede hacer para distraerse
debido a la situación en la que nos encontramos a causa de la pandemia; cansado
de entrar y salir de las redes sociales, sin tener mayor satisfacción que con
alguna u otra publicación de Facebook o Instagram, me fui a YouTube a ver qué
podía descubrir, sin embargo, en lugar de ponerme a buscar cosas nuevas, fui
por el camino de la nostalgia y busqué algunos capítulos de Pataclaun, para
buena fortuna, la mayoría se encuentra subido en la red. Entre cada escena
recordaba cómo me divertía cuando de chico los miraba, aunque claro, ahora ya
con mis veintitantos ya puestos, entiendo las referencias a la política y farándula
del momento (finales de los noventa), además de los chistes en doble sentido
que caracteriza al programa; entre barajadas a los capítulos de la primera y
segunda temporada, me di cuenta de un factor que en la primera temporada hasta
finales de la misma, había un personaje que llenaba de cuestionamientos y
reflexiones al resto de personajes que, contaban también con una esencia característica,
como Wendy quien ocupada el rol de esposa sumisa a las ordenes de un esposo
machista, renegón y poco entregado al trabajo, pero que a pesar de eso, cuando
tenía el poder en las manos este se le iba, como pasa en un episodio donde
crean una línea de llamadas o cuando fundan un diario llamado Tumay, transformándose
de un personaje callado y subestimado a la jefa más arrogante con la que se
pueda trabajar, por otro lado tenemos a Machín y los fantasmas; personajes que
para quienes hayan visto el programa sabrán como son.
Pero retomando la idea inicial, el personaje que
causaba malestar e incertidumbre entre el elenco, era Monchi (interpretado por
Monserrat Brugué), una bebé que con preguntas sobre qué está bien o mal, ponía
de cabeza la opinión de los demás, como ejemplo está el episodio de la línea
Patalain, de la primera temporada, en los primeros capítulos, aparece el
fantasma Gonzalete (Gonzalo Torres), quien emocionado anuncia que acaba de comenzar
uno de los meses más bonitos del año, mes de turrones, y procesión, el mes
morado, y dice que una de las cosas más bonitas que trae consigo el mes, son
las corridas de toros, inmediatamente, sale a escena Monchi, quien aborda al curita
en el sofá preguntándole qué hace, Gonzalete le cuenta que va a ver una corrida
de toros, y ante la inocencia del personaje, ella pide una explicación sobre la
corrida de toros, sin reparos, el fantasma comienza a narrar de forma muy gráfica
todo por lo que el animal pasa para la diversión de los demás, antes de
finalizar la explicación ella pregunta: ¿es arte ver morir desangrado a un
animal?, seguido de ¿entonces la gente paga por ver morir a un toro?; sin
salida, Gonzalete rompe en lágrimas, se disculpa con los toros y desaparece, y
el remate de la escena es Monchi manifestando lo siguiente: si eso es arte y
cultura, prefiero seguir siendo bruta.
Otros dos ejemplos de igual relevancia son sobre las elecciones
y otra donde el personaje debe hacer un comercial para una marca de dulces, en
la primera, tras llegar de las elecciones, cada uno de los personajes muestra
el dedo entintado, y frente al desconocimiento de qué tratan las elecciones y
por qué son tan importantes, Monchi pide que en la casa se realice una para que
así pueda entender, y durante el desarrollo del episodio, los personajes candidatos
elaboran sus discursos de campaña, en los cuales hacen hincapié en todo lo que
un político debe mencionar, como que lo hacen por la democracia, que van a
mejorar la economía, entre otras cosas, cosas que, están impresas en cada
campaña electoral. Y, por otro lado, en episodio de los dulces, la pequeña claun,
se indigna al leer en el periódico que van a instalar una planta de bombas
atómicas en una reserva natural, su incomodidad crece al notar que la noticia tiene
menos relevancia que una pelea entre vedettes, pelea que ocupa el titular del
diario.
Tras ver estos y otros cuantos episodios donde aparece
este personaje, y luego ver los de la segunda temporada, que también es buena
porque desarrolla de manera individual a cada personaje, permitiéndonos conocer
mejor detalles triviales como dónde duermen o elementos más sustanciales como cuáles
son sus debilidades. Llego a la conclusión de que es Monchi, quien oprime el
botón de la moralidad, cuestionando no solo al resto del equipo sino también a nosotros,
los televidentes.
No obstante, ser necios y afirmar que no hay un capítulo
sin Monchi donde se ahonde sobre algún tema en particular (como la fe, la
política, la belleza) es ser mentiroso, ya que sí hay algunos, como aquel de la
segunda temporada donde, el grupo incursiona en el territorio de la música,
pero para poder sonar, deben pasar por extranjeros, puede tomarse como una
crítica a la creciente ola de la música popular extranjera que a finales de los
noventa comenzaba a desplazar a clásicos valses y boleros peruanos, pero más
allá de dejar al espectador y a ellos mismos con dudas o conclusiones que
paralicen su forma de pensar, y aunque el propósito del show al fin y al cabo
es divertir, también es placentero ver y entender qué un tipo de programa como
Pataclaun, tomaba referencias al contexto de la época y lo convertía en humor,
y al mismo tiempo, podía tener escenas llenas de interrogantes y respuestas, de
críticas y alternativas y que sin dudas, es una de las series de televisión que
en tiempos modernos ya ningún canal se atrevería a trasmitir, ni producir.
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