¿Un Monstruo enjaulado?

 

En maneras que no serán ampliadas la civilización humana avanzada nace con la manifestación y ejercicio explícito del poder. Esto es análogo con el control y ambos son inexistentes sin la existencia misma de las jerarquías dentro de una sociedad, poder y control más allá de ser conceptos abstractos son en sí mismo necesidades emocionales de todos los seres humanos sin excepción como si dentro de cada individuo hubiera una predisposición a buscar el poder por medio del ejercicio del control sobre otros seres y la posesión de los objetos, se podría decir que somos seres hechos para buscar y ejercer poder y tanto nuestra emotividad como nuestras acciones más básicas y casi instintivas están programadas para dicha empresa, desde el niño que ejerce manipulación emocional sobre sus padres mediante los berrinches hasta las estrategias de los líderes nacionales para manipular opiniones y situaciones que les lleven no solo a conservar sino a incrementar su propio poder eso es en esencia lo que sustenta la actividad humana, aun así como casi todas cuestiones instintivas que van contra la moral establecida es reprimido en pro de la conservación social.


La moral  es en sí misma es un freno que la sociedad humana pone a sus individuos para evitar terminar colapsando frente al arrollador y desbocado impulso individual de los sujetos, sin la existencia de moral como ese conjunto de normas del buen comportamiento que enseñan no solo como actuar sino como pensar, y como interpretar los pensamientos y acciones de otros y que tienen como principal objetivo crear en el sujeto dos cuestiones, básicas, el miedo a la represión y rechazo del grupo con el cual se convive y la segunda y a mi parecer más importante crear un sentimiento de culpa en el individuo, la moral en todas sus manifestaciones es una doctrina que debe ser enseñada a todos debe ser aprendida ya que si como doctrina el sujeto no interioriza ese relato, si no siente como algo cierto e inequívoco entonces no comulgará con dichas ideas y esto llevará a que no le importe ir contra esos principios.


Interiorizada la moral de la sociedad y producido el sentimiento de culpa, la propia primacía del ser individual se vuelve una falta, el individuo que piensa en sí mismo por sobre todo lo existente, por sobre la conservación del propio orden se ve auto reprimido por la moral inculcada, se puede incluso decir que todos los impulsos altruistas, la amabilidad, los valores comunitarios y de cooperación son respuestas creadas por nuestro yo consciente en un intento por suprimir el impulso individualista de nuestro subconsciente, el impulso del poder. El hombre concebido como animal social es una certeza y eso es innegable la propia supervivencia del individuo se garantizó en los comienzos de la humanidad solo por la existencia del grupo y las necesidades sociales y emocionales del ser humano como sujeto consciente de sus propia existencia solo pueden ser garantizadas en grupo pero pensando más detenida mente todas las necesidades emocionales y sociales del individuo se reducen solamente a una , la necesidad de reconocimiento, las acciones que llevamos a cabo en nuestra vida por mas altruistas y desinteresadas que parezcan, el buen desempeño en nuestro trabajo aunque nos guste mucho, la dedicación a la pareja, la búsqueda del amor todo es guiado por un instinto de reconocimiento y de auto reconocimiento, no es por tanto difícil de entender que lo que cause más ofensa y provoque o bien arranques de ira o episodios de depresión o ansiedad sea cuando se denigra la imagen individual cuando se pone en duda o se desprecia al ser. En este sentido el humano vive atrapado entre una necesidad de la naturaleza humana  de un grupo o sociedad para sobrevivir y un impulso fastidioso e indomable de la afirmación desarrollo, y exaltación del propio ser. Las relaciones humanas en consecuencia, por más saludables que sean, son un eterno conflicto entre dos o más egos tratando de sobresalir por sobre el resto poniéndose al mismo tiempo el freno de la modestia y cuando otros individuos ya sea por un nivel de éxito repentino y estrepitoso en el reconocimiento de su propia imagen por parte de la sociedad que los rodea se desprenden de esos frenos se les acusa sin dudar de egolatría o megalomanía, cuál es entonces el balance que la sociedad permite, es algo aun hoy miles y miles de años después del inicio de la civilización humana un completo misterio, debes ser seguro y decidido sin caer en el vicio de la egolatría, se debe ser atrevido y luchar por los sueños sin trastocar los frenos sociales ; de ahí que un Maquiavelo sea ahora sinónimo de algo maligno cuando solo debe ser sinónimo de algo planeado y calculado de manera razonable para conservar el poder pasando aun por encima de las normas morales aceptadas, el motor mismo del avance social ha sido y seguirá siendo la destrucción parcial o completa de los sistemas morales y su cambio por otro que permita una mayor acción del individuo como tal, y todas estas faces de cambió han visto la luz solamente por que el impulso individual de afirmación y poder triunfó por sobre el sistema moral que limitaba su acción.


Adónde va la sociedad humana es impredecible donde llegaremos en un mundo donde cada vez los sistemas morales son más permeables, más frágiles y donde cada vez pierden más su naturaleza doctrinaria, en un mundo donde la acción individual es cada vez más elogiada y alentada y donde todas las estrategias de consumo que es la piedra angular de todos los subsistemas económicos existentes se hacen alrededor de la exaltación de la individualidad pero donde al mismo tiempo como individuos nos volvemos cada vez más inútiles a la sociedad esto es como decir en un mundo en cual realmente las habilidades y capacidades individuales de cada sujeto se reducen con el paso de los años es decir cada vez nos liberamos más de los frenos a la individualidad y al mismo tiempo nos volvemos más dependientes de otros individuos para realizar nuestras tareas y vivir nuestras elogiadas vidas individuales, llevará esto acaso a un estado en el cual la propia emotividad que envuelve  de cierto halo de sacralidad a la relaciones humanas desaparezca y se vea reemplazada por la alternativa del ego, una sociedad en la cual las relaciones humanas sean simple y puramente utilitarias siendo ya no por una emoción compartida, ni por valores sociales apreciados sino por simple pragmatismo , un estado en el cuál no se tema a estar consiente en usar a otras personas para los propios fines ni se tenga problema con admitir que se es usado para conseguir los fines de otros y cuando esa cadena de fines llegue al fin máximo de todo sujeto, el poder, ¿podrá existir aún la amistad genuina? ¿El amor genuino? O el propio amor se desnudará se su mística para ser la necesidad de poseer a una persona para satisfacer fines personales placer sexual, compañía, aprecio y hasta cierto punto veneración.


Son cuestiones que causan temor puesto que a quienes hoy se diagnostican con algún tipo de psicopatías carecen justamente de toda esta emotividad que sustenta las habilidades sociales, son por así decirlo incompatibles con la moral, y si la razón fría y dura practica y utilitaria como es y la emotividad vienen de partes distintas y si la emotividad a la cuál apela la moral es el alma de los humanos, ¿seremos algún día seres sin alma? Quiero pensar que no, aunque es posible filosóficamente se llegó a plantear que estamos conscientes de nuestra existencia e imagen porque son otros los que nos perciben, así pues siempre necesitaremos de otros para darnos cuenta de nuestra individualidad pero hasta qué punto seguiremos necesitando de los otros una vez que ella haya despertado y liberemos el impulso que la mantiene sujeta a la necesidad de un grupo. Aunque al final siempre necesitaremos de un grupo u otra persona para ejercer nuestro poder que en sí es y será nuestro fin máximo.


¿Un Monstruo enjaulado?
Dibujo realizado por Darío Leguía

Este artículo fue realizado por el sociólogo Johnny Josep Yllescas Benites.

Johnny Josep Yllescas Benites


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