El descenso de Alianza Lima es, sin lugar a dudas, uno de
los momentos más trágicos y vergonzosos de la historia del fútbol peruano. Y es
que todavía me resulta complicado digerir la nefasta conclusión de la más
infame gestión del club desde su fundación. ¿Cómo es que el equipo con el
presupuesto más elevado de la Liga 1 pudo haber llevado una campaña tan
futbolísticamente mediocre y administrativamente paupérrima? Desde luego, hay
múltiples factores y, sobre todo, responsables que han contribuido al dolor más
grande del hincha blanquiazul. El principal (o los principales), en mi opinión,
es el ya bien conocido Fondo Blanquiazul.
Para entrar en contexto, para finales de marzo del 2019,
Salomón Lerner (ex premier de la República del Perú durante el gobierno de
Ollanta Humala) confirmó que, junto a un grupo de socios, tenían planeado
comprar la deuda que Alianza tenía con la SUNAT (Superintendencia Nacional de
Administración Tributaria). Como algunos sabemos, fue debido a otra pésima
gestión, de manos de Guillermo Alarcón (2009 – 2012) que las deudas del club se
incrementaron a tal grado que en el 2014 se colocó una administración temporal
por medio de un procedimiento concursal. El Fondo Blanquiazul, como más
adelante se les conocería, saldaría en junio del 2019 el 80% de la deuda
(aproximadamente 23.8 millones de soles) de Alianza Lima, lo cual les daría
derecho sobre el club como acreedores mayoritarios del mismo. Este “fondo”,
estaría integrado por Fernando Farah, Diego Gonzáles Posada, Antonio Armijo,
César Torres, entre otros.
El Fondo Blanquiazul se haría cargo de la directiva de
Alianza Lima a comienzos del presente año. Según declaraciones, el principal
objetivo de la dirigencia era modernizar el club convirtiéndolo en una
organización rentable que genere ingresos para autofinanciar futuras inversiones,
así como saldar lo que resta de la deuda del club en un plazo máximo de 10
años. Para tal finalidad, como lo explicó Diego Gonzáles (presidente y
representante del Fondo Blanquiazul) el plan de acción se basaría en tres
pilares: la reestructuración organizativa del club, la renovación de su
infraestructura y la creación e implementación del área de desarrollo
deportivo. Asimismo, se reveló que, dentro de la misma, se creó la sub área de
Scouting encomendada a Daniel Ahmed por encargo del mismo Fernando Farah.
Otro punto importante son las pésimas contrataciones realizadas
por el Fondo Blanquiazul. En primer lugar, contratando jugadores que, a pesar
de ser muy conocidos por haber destacado en el plano futbolístico en temporadas
pasadas, tenían todos en común múltiples y constantes antecedentes por indisciplina,
falta de compromiso y de profesionalismo como Alexi Gómez, Jean Deza y Carlos
Ascues. En segundo lugar, las contrataciones de rendimiento inestable como
Rupert Quijada y Cristian Zúñiga. Finalmente, aquellas contrataciones cuyas
constantes lesiones los convertían en una moneda al aire y cuyo riesgo el Fondo
Blanquiazul aceptó tomar sin pensarlo dos veces; me refiero Luis “Beto” Da
Silva y Alberto Rodríguez.
El Fondo Blanquiazul no es más que el clásico modelo del “rico”
peruano, que cree que, por el simple hecho de tener dinero, automáticamente
tiene conocimiento sobre cualquier tema. Prueba de ello es que, después del
vergonzoso descenso de Alianza Lima, se estaría investigando a los dirigentes
al infringir la ley y tomar decisiones directas en lo que respecta al comando deportivo,
lo cual estaría expresamente prohibido en el reglamento.
En conclusión, como hincha no solamente de Alianza Lima
sino también del fútbol, este resultado es definitivamente y en última
instancia responsabilidad del Fondo Blanquiazul, quien a raíz de su pésima
gestión y la constante presión ejercida a los distintos comandos técnicos que
el club tuvo a través del año es responsable de los vergonzosos resultados que
ha obtenido Alianza en el plano futbolístico. Por supuesto, hay muchas personas
que no pueden evitar mencionar las campañas de Pablo Bengoechea como antecedente
de la actual crisis. Es cierto, que el estilo de juego de este entrenador fue
contrario a la esencia más popular del fútbol característico de Alianza, pero
estuvo orientado a los resultados. Y es que ha quedado demostrado que, más allá
que el estilo de juego, son más importantes los resultados. Sin embargo, el
hincha blanquiazul siempre querrá que su equipo triunfe, campeone y destaque en
el plano internacional, todo ello con buen juego. Es ahora más que nunca que me
siento hincha de este club con historia y tradición. El famoso lema que
actualmente se ha vuelto tendencia: ¨Volveremos más fuertes¨, no debe tomarse a
la ligera pues nuestro amado club tiene que pasar por un largo y complicado proceso
de reestructuración para recuperar el prestigio que ahora está perdiendo.
Espero sinceramente, que el caso de Alianza Lima sea un
importante ejemplo para que la dirigencia de los clubes peruanos y la
Federación Peruana de Fútbol tomen conciencia sobre lo que debe ser la mejor
forma de sacar al fútbol peruano adelante.
Agradezco a Kevin Alvites, Brandon Cruz e Ian Seminario por sus significativos aportes para la elaboración de este artículo.
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