Una breve reseña sobre "el mejor amigo del hombre": Mitos y teorías sobre su origen


El perro doméstico (Canis lupus familiaris), también conocido como "el mejor amigo del hombre" se alza sin duda alguna como el rey de los animales domésticos. Una encuesta realizada, durante el 2016 en 22 países de todo el mundo, por el departamento de investigación en el cuidado de mascotas, perteneciente a la organización conocida como GFK (Growth for Knowledge), ha revelado que un tercio de los encuestados (33%) tiene perros como mascotas. Esto los coloca por encima de los gatos y los peces, con 23% y 12% respectivamente, de acuerdo a las preferencias de los encuestados. Otro dato importante señala que los perros son las mascotas más populares en América Latina puesto que casi el 60% de la población los prefiere, teniendo como máximos referentes a Argentina (66%), México (64%) y Brasil (58%). En el Perú, según un estudio del 2018 realizado la CPI (Compañía peruana de estudios de mercado y opinión pública), los perros son la mascota preferida en el "Perú Urbano".


Una breve reseña sobre "el mejor amigo del hombre": Mitos y teorías sobre su origen

Perro doméstico

Fuente: Instagram @Balltze


A pesar de estas cifras, son muy pocas las personas que conocen el verdadero origen de los perros, basándose en mitos y explicaciones simplistas sobre el tema. Por ejemplo, muchos creen que el hombre primitivo domesticó y adiestró al lobo como a los demás animales o que este proceso de domesticación se llevó a cabo a principios del Mesolítico (10000 años A.C. aproximadamente). Sin embargo, de acuerdo a Raúl Valadez, investigador del Instituto Antropológico de la UNAM, estima que fue hace casi 100,000 años que algunas poblaciones de lobo tomaron un camino evolutivo diferente que daría origen al perro moderno. Respecto a esto, añade: "Es importante señalar que en ese momento el Homo Sapiens aún no había salido del continente africano y que las diversas especies de humanos que habían no tenían las habilidades para la selección y manipulación de organismos”. Esto quiere decir que en los primeros pasos evolutivos del perro, el ser humano no tuvo una participación directa.

El descubrimiento más importante que avala esta teoría, sería el especimen hallado en una cueva de la cordillera de Altai al sur de Siberia. Se cree que este especimen muy bien conservado tiene una antiguedad de 32,500 años aproximadamente. Las buenas condiciones en las que se encontraba permitieron determinar que su morfología era mucho más semejantes a las de un perro que a las del lobo en aquella época. Los estudios de biología molecular han determinado también que en la zona donde se encontró este espécimen no existió presencia humana. Esto solo podría significar que el perro de Razboinichya, como se le conoce científicamente, podría tratarse como un perro primigenio en vez de una raza antigua de los mismos. 


Restos del proto-perro de Razboinichya

Restos del proto-perro de Razboinichya

Fuente: Doogweb

El biólogo Raymond Coppinger, fue el primero en afirmar que el origen del perro fue provocado por una selección natural y no producto de la intervención humana ya que según él, muchos intentos por domesticar lobos modernos desde temprana edad ha fracasado. Coppinger afirma que al volverse el ser humano sedentario, los lobos comenzaron a aproximarse debido a la acumulación de comida que allí se encontraba. Fue entonces que los perros que mantuvieron mayor cercanía (pero no contacto directo) con los seres humanos fueron adaptándose hasta convertirse en los mencionados proto-perros. La característica fisiológica más importante de los proto-perros fue la reducción del tamaño del cráneo, el hocico y los característicos dientes de todo depredador. Esto quiere decir que los animales que los seres humanos domesticaron no eran lobos, sino proto-perros adaptados a las condiciones climáticas y sociales en las que cuáles vivián los hombres. Por supuesto, esto no sería todo, pues el otro espécimen de proto-perro hallado en Goyet, Bélgica (en el extremo opuesto del continente Europeo donde se hayó el primer espécimen) sugeriría que la domesticación de los perros no tuvo un único punto de origen como muchos científicos pensaban, sino más bien indicaría que este proceso fue simultáneo y multiregional.

Protoperro de Bélgica

Protoperro de Bélgica (26,000 A.C.)

Fuente: Diario El Mundo

Ahora resulta muy interesante mencionar el reciente hallazgo de Emily Shuldiner, quien a través de la revista Science Advances de la Universidad de Princeton, identificó coincidencias importantes entre la arquitectura genética del síndrome de Williams-Beuren y la docilidad canina. El síndrome de Williams-Beuren, en los humanos, es un transtorno genético poco común, el cual tiene características de hipersociabilidad. Como resultado los individuos que padecen de este síndrome tienden a desarrollar una personalidad muy amigable, desinhibida, entusiasta y gregaria. Bridgett Von Holdt, coautora del presente estudio, sugiere que esta fue una adaptación importante del lobo en su evolución hacia el proto-perro.


Finalmente, un estudio poco conocido pero muy apasionante realizado por el genetista ruso Dimitry Belyaev nos ayuda hoy en día esclarecer una de las más grandes incógnitas en su campo; ¿es el comportamiento de los animales salvajes domesticados heredable? Belyaev mantenía la hipótesis en la cual la docilidad era un factor crítico por lo que llevó a cabo un experimento en el cual se trataría a dos grupos de zorros grises como animales de compañia para el hombre, es decir, como si fueran perros. El primer grupo consistía en zorros "normales" o salvajes, naturalmente agresivos hacia el hombre, mientras que el segundo grupo contenía zorros selectos que mostraban docilidad e interés en la interacción con humanos. Cuarenta generaciones después se observó cambios impresionantes puesto que el último grupo de zorros no mostraba hostilidad ni temor hacia los extraños e incluso demostraban afecto lamiendo, jugando y moviendo la cola de forma similar a los perros. Sin embargo, los cambios más llamativos fueron sin duda alguna los fisiológicos, ya que sus cráneos, mandíbulas y orejas habían perdido su forma característica; el tamaño de la cola se había reducido, el color de su pelaje había cambiado e incluso perdieron el penetrante e inherente olor de los zorros grises.

El llamado "experimento Belyaev", hoy en día, es continuado por científicos en Estados Unidos y Rusia, y ha demostrado uno de los principales aspectos en la evolución de aquellos que son ahora, más que nuestras mascotas, individuos ireemplazables de nuestra familia.


No me puedo despedir sin agradecer las increibles ideas de Patrick San Martín en la elaboración de este artículo y, por supuesto, sin un adecuado cierre visual.


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