Las ligeras brisas en el viento
empiezan
A sentirse sobre mis cansados
párpados
Y el cielo oscuro que poco a poco
se hace gris
Anuncian que el alba se asomará
por mi ventana.
Desde cierta perspectiva, una
forma curvilínea marca
Los bordes de mi dorso, desde el cuello
hasta el disco lumbar,
Y la taza de café ya frío yace
encima del escritorio
Como si esperase que termine
hasta la última gota de su contenido.
Debo apresurarme, pues la hora de
entrega me acecha
Como un depredador salvaje que
espera a que su presa se distraiga
Y es entonces que me cuestiono
los mil y un “hubiera” como alternativas
Viables de una realidad que nunca
fue pero que pudo ser.
Corre el reloj como una fiera
endemoniada y ya casi logro
Escuchar el sonido de mi madre al
despertar.
A sabiendas de su reproche, no me
queda más que ofrecer disculpas
En espera de ablandar su corazón
al ver mi triste condición.
Contra todo pronóstico (o tal vez
no) posa la palma de
Su mano en mi cabeza y me mira
con dulzura mientras
Expresa su preocupación. ¡Gracias
Dios! Por haberme dado
La oportunidad de compartir esta
vida con un ser lleno de amor.
El tiempo apremia y la carrera
llega a su tramo final
Con la ridícula esperanza de que
todo salga bien
Se omiten pormenores y demás
parafernalias que en
Otras circunstancias me podría
dar el lujo de tomar.
Una vez resuelto el dilema, no me
queda más opción
Que caer tumbado sobre la
suavidad de mi litera,
Tersura que se ve potenciada con
la satisfacción de
Haber finalizado una situación
que sin problemas pude haber logrado.
Fuente: https://www.physio-on-the-river.co.uk/office-workers/attachment/computer-work-at-night/
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