El minimalismo como una respuesta al hiperconsumismo

 


 
Las dinámicas de la sociedad se han vuelto cada vez más complejas. Las luces, los colores y el buen marketing pueden confundir los verdaderos deseos de las personas. Digo esto en relación al hiperconsumismo que vivimos día a día. Las personas tienden a comprar cosas que no necesitan, incluso llegando a sobrepasar su límite crediticio; se aferran a esta breve sensación de felicidad obtenida por la compra pero esta no llega a ser sostenible en el tiempo, en otras palabras, esta felicidad no dura porque en cuanto lo obtenemos fijamos la vista en otra cosa y comienza una nueva ansiedad por conseguirlo y así constantemente. 
 

El filósofo francés Gilles Lipovetsky nos ha hablado sobre este concepto, nos indica que lo que nos venden no es solo un producto, es la idea que conlleva obtener este producto. No es solo comprar un reloj para ver la hora, sino lo genial que nos veremos con ese reloj ante los demás, comprando esa marca y edición limitada con un coste exagerado. Estas nuevas dinámicas alimentan el hedonismo y el individualismo en nuestro entorno. 

 

Las nuevas generaciones ya van creciendo en este entorno, siendo parte de lo natural como forma de vida: el ritmo acelerado, la ansiedad de comprar los productos y la idea que se vende tras la obtención de estos productos para encajar o sobresalir en la sociedad. Si lo vemos así, al final del día terminamos siendo víctimas del marketing y estereotipos en la sociedad, que alimentamos cada día; sin embargo como respuesta a este hiperconsumismo, presento al “Minimalismo”. 

 

¿Qué implica este minimalismo? Si bien abarca otros aspectos como el arte, comida, diseño de interiores etc., nos centraremos en el minimalismo como estilo de vida. Comienza por identificar lo que realmente necesitamos en nuestras vidas, en ir más lento, en lugar de reaccionar manera impulsiva ante lo que pasa frente a nuestros ojos. Adaptar este estilo de vida es un proceso que conlleva la reflexión sobre nosotros mismos y lo que realmente queremos y nos hace sentir felices. Esto se lleva a nuestro hogar y espacios personales, quitamos el apego por mantener con nosotros las cosas que no usamos o que no necesitamos para donarlo, reciclarlo o botarlo. El minimalismo no niega el consumir pero te invita a la reflexión sobre lo que se necesita realmente y que queremos mantener en nuestro entorno. 

 

Este minimalismo llevado a nuestra vida también implica un aspecto mental y emocional, para desprendernos de lo que no queremos realmente, necesitamos acallar el ruido externo para conectar con nosotros mismos. Se podría decir que al hacer “limpieza” externa, también hacemos una a nivel interna, favoreciendo nuestro estado mental, vaciándolo de cosas innecesarias, lo cual también llega a un nivel emocional. Las expresiones del minimalismo llevado a la vida diaria pueden tener variaciones, desde personas que realmente les satisface desprenderse de casi todo o personas que se desprendan de menos. Lo importante es alcanzar el estado en el que tenemos lo que realmente nos hace felices y nos sentimos tranquilos internamente, desligándonos de los estereotipos, de las modas o las luces de “ofertas” y el masivo marketing. 

 

                               El minimalismo como una respuesta al hiperconsumismo 

                                                       FUENTE: https://outraspalavras.net

                                     

 

 

 


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