Cuando llegado el 12 de octubre en 1992, el continente Americano se vio envuelto
en ingentes contrariedades dentro del subjetivo de la colectividad, pues con el
pasar de los años y con ello cumplirse los quinientos años de la llegada de personajes
no esperados por los nativos, sumado al cuestionable posterior desarrollo en
las nuevas tierras, las posturas analíticas, recalcitrantes, así como las
presentes en los oportunismos dentro del discurso político no se hicieron
esperar. Cabe resaltar que tanto las opiniones entre lo que fue, lo que debió y lo que pudo ser son remanentes que hasta
hoy persisten y que ciertamente no obtendrán el consenso adecuado en el transcurso
de las décadas.
Así, y desde ciertos sectores se ha argumentado en relación al termino
adecuado a usarse sobre el controversial proceso, teniendo como base, que desde
el siglo XVI y desde la literatura occidental, se dispuso: “el
descubrimiento de América”, exactamente
definiendo al hecho del 12 de octubre de 1492 en la isla guanahani que hoy
muchos presumen como san salvador en las Bahamas, lugar donde encallaron las
tres celebres carabelas. Por otro lado Miguel León Portilla, en su libro,
“Encuentro de dos mundos” (1992), presentado en la conferencia: “Reescribiendo
la historia”, menciona que la idea de indígenas
como sujetos a derecho fue prescindible ,pues estos no fueron el centro de
atención del descubrimiento, ya que los recursos presentes superaban
ampliamente el interés, teniendo así la disposición en primer lugar los nuevos
territorios y las riquezas dentro del continente, lo cual deriva en el mayor énfasis
en tener como denominación de “descubrimiento parcial”, pues si bien para los indígenas
este proceso representó un encuentro con un mundo extraño, para en el momento exacto
del conocimiento de los navegantes sobre la existencia de este nuevo territorio
se dispuso más su definición como tesoro real que como fuente de semejantes, por
lo que “encuentro de dos mundos” incide en polemizar sobre la existencia de
civilizaciones ya desarrolladas en el nuevo continente.
Por su parte, Edmundo Ogorman en “La invención de América” (1958),
menciona que esta no pudo ser descubierta porque simplemente no existía como América
o conjunto, siendo que el territorio era más bien un conglomerado de múltiples
mundos diseminados y relacionados de modo distante. En este sentido, el problema replantea su dirección, pues
aflora la importancia de la aparición de América en el mundo europeo pero de
manera homogénea, dejando así la concepción de individuos similares con naturalezas
semejantes miembros de una sociedad común, lo que a su vez evidencio la deficiente
capacidad teórica para abordar desde un humanismo conflictuado a los nuevos
territorios. Dicho esto valdría abordar aquel memorable 12 de octubre de 1492
no como un descubrimiento en sí, sino más bien a la interpretación del hecho,
por parte de gnosis occidental. Seguido de ello valdría también analizar
interpretaciones teóricas como: conquista, colonización e independencia.
Sumado a lo anterior , Federico Navarrete en: “Las historias de América
y las historias del mundo” (2016), da importancia a la impresión primaria, a
través de explicar concepciones mediante el impacto de los mensajes, es decir la fuente inicial y trascendente con
la que América fuera descrita en primer momento, así las primeras palabras de la narración de los
hechos realizadas por el mismo Colon en
el diario que como navegante siempre lo acompaño, mencionaba entre sus páginas
líneas como la siguiente:”...Y el
almirante salió a tierra en la barca armada... y dijo que le diesen por fe y
testimonio como el por ante todos,
tomaba posesión de dicha isla por el rey y por la Reyna”. De este modo y desde
un primer mensaje, América quedaba como tesoro de la corona y fuente de riqueza
hacia España, de ello que la facilidad y la disposición de las propiedades en
los nuevos pueblos se volvieran intrínseca a la idea de descubrimiento.
Tras la publicación de “El Diario de Colon”, el texto que fuera mayor
esperado y de suma acogida debido a su amplia laboriosidad fue: “Las décadas
del nuevo mundo” de Pedro Mártir, este conjunto de volúmenes junto al diario de
Colon, representaron una base que en suma dio como resultado una visión
idealizada del nuevo mundo, por tanto de los individuos que ahí habitaban.
En precisión, la imagen construida por Pedro Mártir sobre el indígena
americano en sus décadas, tiene influencia del rechazo existente en la sociedad
occidental hacia la decadencia de la época medieval, la cual se vislumbraba
como cuna de excesos y desventuras. En este sentido, si la sociedad generada
por los hombres alejaba al ser de su creador, este se encontraba más cerca de
su génesis donde este conjunto de estructuras no hayan madurado en extenso. Por
tanto la pureza del hombre se encontraría en el punto más cercano a donde fue
creado, o también el más lejano al de los vicios y desmanes de la sociedad
occidental existente de tal época.
Por tanto y de acuerdo Mártir, quien fuera cronista de indias y
cortesano al servicio de los reyes católicos, los habitantes de las nuevas
tierras representaban mentes infantes en cuanto al desborde de sociedad sobre
el espíritu, la inocencia del hombre, además de ser receptores de un flagelo de
esclavitud e injusticias por parte de los conquistadores. A ello se le sumo posteriormente,
la influencia internacional y la rivalidad política hacia España, puesto que
desde Francia e Inglaterra se definía a la sociedad española como una sociedad
de barbarie e indecencia, mensaje que recaería en mitos y leyendas de nefastas
campañas de tortura guiadas por un apetito desenfrenado por la sangre de los
indios americanos.
Puede decirse que la visión de una sociedad ajena a la corrupción
cotidiana en Europa y joven en relación a su desarrollo , ocasiono entre los grupos de
opinión una reacción rápida pero más bien propia al error de razonamiento de
percibir a los grupos externos como mejores al propio, cuando este se encuentra
en problemas, es decir asumir que tal
situación de subdesarrollo, propia de los pueblos americanos dentro del derecho,
economía y política, Gozaban de cierta superioridad moral sobre las gestiones europeas,
teniendo en cuenta la funcionalidad como punto de valoración.
Pues como menciona el mismo Pedro Mártir: “Los isleños de la española
son más felices, pues viven desnudos y sin pesas, sin medidas y sobre todo sin
el mortífero dinero, lo que deviene en una verdadera edad de oro”, edad en la
que no existirían, los jueces coludidos, la discrepancia de la moral y más aún
el tedio del cuestionamiento filosófico sobre la propiedad privada.
De esto se puede inferir que a diferencia con un contemporáneo, Maquiavelo,
la moral es el eje de las sociedades, pero precisamente la moral cristiana que
asume Mártir como punto de comparación de donde se puede definir lo superior o inferior,
esto muy distante a la posición mencionada por Hacklyuk, la cual afianza la
superioridad inglesa sobre la española en base a la tradición desde donde se
forma un espíritu nacional.
Por su parte Michael de Montaigne , cuya vida inicialmente fuera
contradictoria a la de su real situación social y espectador de las revueltas
calvinistas sobre el catolicismo , se centró en la funcionalidad de la
organización incaica hasta ese entonces conocida , para denostar a la convulsiva
Europa del momento , ciertamente todo ello justificaría el hecho de que España
llamara a América el nuevo mundo , no necesariamente por ser distinto al
conocido, sino por tener todas las cosas que anhelaba o creía perdidas.
Así, el historiador López de Gomara insistía en la descendencia de los
nativos desde adán y Eva, sin embargo la intención de este no era la santidad
de tales hombres, por el contrario, suponía el castigo justificado, por su cercanía hacia
el pecado original.
Montaigne por su parte sostuvo en extenso que la tesis en base a la
comparación con los invasores germánicos, por parte de Gomara, en que la diferencia
de los pueblos no conlleva a la barbarie sino simplemente a la diferencia, más
aun en base a esto se puede sostener una especie de empatía inicial a nivel teórico,
la cual se iría haciendo más fuerte.
Pues en un ejemplo, si los caníbales no son crueles ni barbaros, la
esclavitud de estos es injustificada, la postura de Montaigne, rompe con el
esquema que se había desarrollado pos-descubrimiento, pues dada la pureza del
hombre este se situaba bajo la concepción cristiana, en un periodo de educación,
mientras que lo planteado sostenía ver a los indios como grupo externo a Europa,
fuera del cristianismo, a lo cual se debía persuadir y no someter, es decir
juzgar desde un relativismo.
La idea de la pureza del hombre no es ajena al terreno político, de
hecho muchas de las doctrinas que han existido y de las cuales quedan decadentes
bastiones a la actualidad, parten de tal. Montaigne planteaba que el
descubrimiento de América era el escenario perfecto para sostener tales ideas,
donde el pensamiento de Licurgo en su “agoge” o Platón con su alma colmada de bondad, hubieran cobrado relevancia, pues como
menciona este en “Essais”, “Esa es una nación le diría yo a Platón, en la que
no hay ningún tipo de comercio; ningún conocimiento de las letras; ninguna
ciencia de números; ni siquiera el nombre de magistrado, ni de superioridad
política; ningún uso de servicio, de riqueza o pobreza; ningún contrato,
ninguna sucesión; ninguna repartición; ninguna ocupación sino ociosa; ningún
respeto a los padres sino el común; ningún vestido; ninguna agricultura; ningún
metal; ningún uso de vino o de trigo. Desconocidas hasta las mismas palabras
que significan la mentira, la traición, la simulación, la avaricia, la envidia,
la detracción, el perdón”.
Transcurrido el tiempo y por su parte , el ilustrado Jean Jacques
Rousseau, en su “Segundo Discurso”, donde trata sobre la desigualdad presente
entre los hombres, plantea la existencia del estadio pre-histórico de la sociedad,
estadio en el cual la existencia de los hombres se encontraría en equilibrio
por obra del comportamiento espontaneo del mismo, por tanto cercano a su estado
natural, donde la presencia de las estructuras sociales solo representarían la
irrupción de tal momento, pues si el hombre en estado natural no posee
racionalidad, ni memoria, tampoco posee historia ni dirección, simplemente
no camina hacia objetivos que pudieran estar en contra de algún pasado. Además,
la sociedad como conjunto deja de serlo, por ende la moral también es falaz, así
el hombre no solo no camina en contra de algo, sino que camina sin distinguir,
por ende es inocente de barbaries y cruentas acciones.
Por lo dicho, tanto la educación como el entorno resultan vitales para
la formación de una sociedad de individuos saludables, solidarios y fraternos, tal
postulado resulta contradictorio al de intelectuales como Hobbes, Spinoza y hasta Voltaire.
Ciertamente, de lo mencionado es
imposible no dejar de asociarlo con el anhelo que subyace en muchos, sobre
generar una sociedad en la que el colectivo se asumiera como responsable del
interés común, sin embargo el sustento de tal mito es erróneo, pues la Edad
de Oro bajo la cual se presupone que habitaba el indígena en América antes de la
llegada de España, no poseía mucho de colectivista y solidario, más aun “la
leyenda negra”, fruto de una estrategia política venida desde Francia e Inglaterra
la cual se erigía sobre argumentos endebles, pues de acuerdo a órdenes del papa
Alejandro VI, y bajo la concepción del indígena formada desde Mártir, se dispuso
la administración española hacia las nuevas tierras en años seguidos cumpliendo
la condición de enviar a los hombres más “probos y doctos”, con el fin de cristianizar
y educar a los indios, así mismo, la catástrofe etnográfica que sufrió el
continente americano desde 1492, tras el descubrimiento, de acuerdo a Rosenblat
en “Viejos y Nuevos Cálculos”, estima que el 90% de la población americana
murió al transcurrir los primeros 130 años , dato alarmante de no tener en
cuenta que de este porcentaje el 95% murió
a manos de enfermedades dada la fragilidad biológica existente, por otro
lado a esto se le puede agregar el fenómeno laboral , migratorio, de rivalidad
entre poblados , y guerras internas.
Bartolomé De Las Casas, acompañante de colon en su segundo viaje,
escribe su: “Breve Descripción de la Destrucción de las Indias”, condenando la
dominación mediante la conquista realizada por cristianos, sumado a los métodos y practicas inhumanas, texto que fue
ampliamente difundió entre Francia, Inglaterra y Holanda, causando polémica
hacia la administración española y que gestaría en sus decretos a la
prohibición absoluta de mantener a los indios en estado de esclavitud. Posterior
a ello, fue el mismo Voltaire quien cuestiono a De Las Casas en su: “Ensayo
sobre las costumbres y el espíritu de las naciones”, pues se considera exagerada
la cifra de 20 millones de vidas perdidas a causa de los métodos insanos de tortura,
más aun teniendo en cuenta el tiempo que tardaría llegar a esa cifra con tales
medios y la logística necesaria, además de equipamiento, personal y el
territorio abarcado por la colonización aun prematura. Es de ahí conocido y
ratificado por la RAE que “leyenda
negra”, no es más que un falso relato. Por otro lado la idea de que la
naturalidad del hombre conllevaría a una mejor sociedad dada la inocencia, no
es correcta, pues la existencia de esclavitud en el imperio inca representa un
punto en contra, ya que de ser prisionero por rebelión o por sucesión de padres
a hijos, la persona estaba condenada a pertenecer no a alguien más, sino al
mismo estado bajo la denominación de “pina
cuna”; además, como menciona, W
Espinoza en: “la Era del Tahuantinsuyo”,
La sucesión del poder político en el imperio siempre estuvo plagada de
conflictos, pues la cantidad de hijos de un gobernante generalmente era
cuantiosa, así mismo, la administración de esta, presentaban vacíos o falencias,
que favorecían a las pequeñas autoridades locales.
Ciertamente las sociedades presentes en América antes del denominado “descubrimiento”,
no eran la mejor representación de solidaridad y respeto hacia el otro, tal
conocimiento del asunto lleva a cuestionar aún más la existencia de un “buen
salvaje” durante los inicios de la historia o como esencia primordial en el
espíritu de los hombres como un estado natural, así mismo no es consecuente
sostener doctrinas e ideales políticos en base a ello, sin embargo y contrario
a ello tal idea ha venido cobrando nuevos usos, renaciendo en las últimas décadas en forma de oportunismos políticos que apelan
al colectivismo ,lo cual emerge cada vez más fuerte en un escenario de
efervescencia producto del desencanto a la democracia.
FUENTE: https://elpais.com/ |
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